jueves, 17 de enero de 2013

La primera casa urbana construida de fardos de paja en Roma, Italia


© BAG Officinamobile

Hace algunos meses, en el barrio romano de Quadraro, se completó la primera residencia urbana construida de fardos de paja. La casa que fue diseñada por el equipo de la oficina BAG Offinamobile -dirigida por el arquitecto Paolo Robazza-, tiene una estructura de entramado de madera y muros de paja, además de una mezcla de tierra local y ladrillos triturados que es una reinterpretación moderna de la arquitectura vernácula tradicional romana.

El resultado es una construcción natural que “transpira”, logrando una eficiencia térmica muy alta, entregando frescura a los interiores en verano y calidez en invierno, evitando la humedad por completo.

 

Su materialidad afecta de manera considerable los costos de calefacción en invierno, de modo que el potencial de ahorro llega hasta un 75% en comparación con una casa convencional. Un fardo de paja no estucado, gracias a su grosor de 450 mm, tiene un valor de coeficiente de conductividad térmica (K) de 0,13 W / mqK , de modo que su rendimiento térmico es mucho mayor al esperado.

© BAG Officinamobile

En el año 2002 la normativa italiana de construcción redujo el valor K residencial para los muros exteriores a 0,35 W / mqK, de modo que el rendimiento térmico de esta casa es mucho mayor al requerido. Además, en los muros en que la paja es mezclada con la mezcla de tierra y ladrillo, su valor K es aún menor. El suministro del material usado proviene de productores locales, reduciendo las emisiones de CO2 y los costos de transporte.

© BAG Officinamobile

Los rasgos distintivos del proyecto no son sólo la técnica de construcción y los materiales utilizados, sino también la forma en la que fue concebido. Es, de hecho, un terreno compartido que permite a profesionales jóvenes participar en la construcción del edificio y aprender esta nueva técnica.

© BAG Officinamobile

El objetivo de los arquitectos fue también desacreditar el pensamiento convencional de que los fardos de paja solo funcionan en contextos rurales y en edificios no-residenciales.

Vía WAN

Los nuevos contadores de la luz, un peligro para la salud pública.

En noviembre de 2011 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaba las tecnologías inalámbricas (antenas de telefonía, teléfonos móviles, radares, Wi-Fi, Wimax, WLAN, Bluetooth) que emiten microondas o radiación electromagnética como cancerígenas tipo 2B, un nivel de clasificación igual al DDT, un pesticida prohibido en gran parte del mundo. Dicha clasificación se hacía pública tras un largo y dificultoso proceso en que hubo que identificar y expulsar de la comisión evaluadora a los científicos financiados directamente por la industria energética y de la telefonía móvil.
Una noticia de tanta importancia y significación para la salud pública no recibió la cobertura mediática que merecía, al mismo tiempo que –ignorando las repetidas llamadas del Consejo Europeo por el principio de precaución en la aplicación de estas tecnologías- el Ministerio de Educación imponía el Wi-Fi en las aulas sin dejar opción a la conexión de Internet por cable ni tan sólo en los centros escolares en que padres y maestros, que ya eran conscientes de la acumulación de evidencia científica vinculando la exposición continua a campos electromagnéticos a diversas patologías, lo pedían.
Destacados científicos como Magda Havas en la Trent University (Canadá), David Carpenter en la SUNY-Albany (EEUU), i Olle Johansson del Karolinska Institute (Suecia) han establecido una relación entre el despliegue de dichas tecnologías que emiten radiación electromagnética y el incremento de patologías como el cáncer, la infertilidad, la diabetes, patologías cardíacas y del sistema nervioso, insomnio, depresión y electrosensibilidad. Olle Johansson afirma que las personas con electrosensibilidad reaccionan de una forma celularmente correcta ante la radiación electromagnética, una reacción de evitación correcta del mismo modo que una persona evitaría estar expuesta a los rayos solares, los rayos X, la radiactividad o los olores químicos. En el caso de los niños, el incremento de la hiperactividad y los problemas de aprendizaje y conducta en niños sometidos constantemente a estrés metabólico bajo campos electromagnéticos elevados se está tratando con calmantes y antidepresivos, cuando bastaría con poner Internet con cable y regular el acceso de los menores a los teléfonos móviles únicamente en caso de extrema necesidad.
El proyecto de sustitución inminente de los contadores de la luz y agua actuales por otros electrónicos que funcionan como una antena de telefonía emitiendo microondas las 24 hora del día (y que permiten a las empresas leerlos y controlarlos a distancia para ahorrarse el sueldo de las personas que han de ir por las casas a leerlos) suponen una amenaza directa para la salud pública, que debido a la densidad de población y a la organización urbanística podría convertir este país en uno de los más contaminados electromagnéticamente del mundo. Ya tenemos la experiencia de los EEUU, donde el despliegue de estos contadores se inició en enero de 2011 de forma totalmente antidemocrática (sin la posibilidad de poder quedarte con el contador analógico y comunicar las lecturas a la empresa personalmente), dejando poco después a miles de personas lesionadas por radiación electromagnética, algunas personas con marcapasos e implantes metálicos muertas, personas que no eran electrosensibles se volvieron después de tener un contador electrónico en casa –o docenas si se vive en un edificio de apartamentos-, y los que ya estaban sensibilizados a los campos electromagnéticos tuvieron que marcharse de casa y vivir en el coche buscando lugares donde aparcar para dormir alejados de antenas o en el bosque… En el estado de California, las protestas diarias de miles de personas frente a la California Public Utilities Commission (CPUC) –la agencia del gobierno reguladora de las compañías privadas eléctricas, de agua, gas y telecomunicaciones-, durante más de un año consiguieron finalmente la posibilidad de pedir que les devolvieran el contador analógico a cambio de un elevado impuesto. La Academia Americana de Medicina Ambiental hizo pública su oposición a la instalación de estos contadores, especialmente en escuelas y hogares. Docenas de pueblos y ciudades pasaron ordenanzas municipales prohibiendo la instalación de dichos contadores mal llamados “inteligentes” o más bien “soplones” (por la amenaza no sólo a la salud, sino también a la privacidad de las personas).
 Nuestros municipios deberían plantearse un diálogo social profundo y crítico sobre la relación entre cambio tecnológico y social, democracia y bienestar, aplicando de manera responsable el principio de precaución  y diciendo simplemente “¡no!” a la instalación de estos contadores. Creo que la sociedad y los ciudadanos son quienes deben decidir el qué y el cómo de los cambios tecnológicos, y no la tecnología la que decida el cambio social y hasta los “cambios” genéticos humanos. Al fin y al cabo, los ingenieros de telecomunicaciones no reciben formación alguna en biología ni en medicina en la facultad, y corresponde a la sociedad decidir sobre su salud y su bienestar.
Fina Carpena
Para más información, puede consultar:

miércoles, 16 de enero de 2013

Ladrillos con residuos de papel

Investigadores de la Universidad de Jaén han incorporado los residuos que genera una industria papelera al material cerámico que se usa en la construcción. El resultado son unos ladrillos con una baja conductividad térmica, por lo que actúan como buenos aislantes, aunque todavía hay que mejorar su resistencia mecánica.


Investigadores de la Universidad de Jaén han incorporado los residuos que genera una industria papelera al material cerámico que se usa en la construcción. El resultado son unos ladrillos con una baja conductividad térmica, por lo que actúan como buenos aislantes, aunque todavía hay que mejorar su resistencia mecánica.

“El uso de los residuos de la industria del papel puede suponer un beneficio económico y medioambiental, ya que permite reutilizar como materia prima un material considerado como desecho”. Esta es una de las conclusiones de un estudio desarrollado por investigadores de la Escuela Politécnica Superior de Linares (Universidad de Jaén) y que publica la revista Fuel Processing Technology.

Los científicos han recogido los residuos de celulosa que produce una fábrica de papel –reciclado, en este caso–, así como los lodos procedentes de la depuración de sus aguas residuales. Después, han unido este material a la arcilla que se emplea en la construcción, le han dado forma mediante presión y extrusión en máquinas, y así han obtenido unos ladrillos en el laboratorio.

“La adición de los residuos hace que el producto final presente una conductividad térmica baja, por lo que actúa como un buen aislante”, explica Carmen Martínez, investigadora de la Universidad de Jaén. “Además del consiguiente beneficio que esto conllevaría si se utilizaran estos ladrillos en lugar de los que se elaboran con materias primas tradicionales”.

Otra de las ventajas de añadir residuos a los prototipos de ladrillos es que les aportan energía debido a la presencia de materia orgánica. Esto puede ayudar a reducir el consumo de combustible y el tiempo de cocción que se requiere en su producción.

De momento los prototipos son de pequeñas dimensiones (3 x 1 x 6 cm), aunque el equipo ya ha hecho pruebas con tamaños mayores y los resultados son similares. “En conjunto, esta técnica podría suponer un ahorro energético y de materias primas para las fábricas de ladrillos, así como un beneficio medioambiental por la valorización de unos residuos que, en principio, se descartan”, comenta Martínez.

La investigadora reconoce, no obstante, que el ‘talón de Aquiles’ de estos ladrillos es su menor resistencia mecánica respecto a los tradicionales, aunque este parámetro está por encima de los mínimos que marca la legislación. También quedan por resolver algunos problemas de adherencia y conformado de aquellas piezas que llevan porcentajes altos de residuo de papel.

El equipo continúa trabajando para buscar el punto de equilibrio entre sostenibilidad y resistencia del material, además de investigar las ventajas de incorporar otros productos, como los lodos de las depuradoras o los residuos que generan las industrias cervecera, olivarera o las que producen biodiesel.

En la misma revista Fuel Processing Technology, los investigadores publican otro trabajo que confirma que los residuos generados en la elaboración del biodiesel se pueden emplear en la fabricación de ladrillos, aumentando la capacidad aislante de este material de construcción hasta en un 40%.

Fuente: SINC

miércoles, 9 de enero de 2013

El síndrome del edificio enfermo.

Un trabajo de investigación del Dr. Joan Boldú, de la Sección de Neumología del Hospital Virgen del Camino, explica las características, patologías y síntomas que padecen algunas de las personas expuestas por sus estancias en edificios enfermos.



Hace unos años saltó la alarma. En determinados edificios, generalmente de oficinas y similares, algunas personas solían tener síntomas de enfermedades que hasta entonces no habían padecido. La estancia, sobre todo reiterada, en determinados tipos de edificios modernos contribuye al deterioro de la salud. Es el síndrome del edificio enfermo (SEE).

Un trabajo de investigación del Dr. Joan Boldú, de la Sección de Neumología del Hospital Virgen del Camino, explica las características, patologías y síntomas que padecen algunas de las personas expuestas por sus estancias en edificios enfermos.

La generación de entornos de trabajo, como los sistemas de ventilación artificial, la proliferación de ordenadores, fotocopiadoras, impresoras, etc., el uso extensivo de materiales sintéticos, los sistemas de iluminación fluorescente generales, o la presencia de contaminantes directos como el humo del tabaco y otros, generan efectos nocivos para la salud. Estos efectos están asociados, en general, a edificios de construcción moderna que, por su diseño en base a criterios mercantilistas, estéticos, etc., conllevan problemas de salud para sus ocupantes.

PATOLOGÍAS
1. Hay personas con enfermedades ya conocidas que sufren empeoramiento al permanecer en el edificio en el que trabajan, viven, estudian, pernoctan, etc. Así, pacientes diagnosticados de asma bronquial, rinitis alérgica o dermatitis atópica, empeoran al permanecer en el interior de determinados edificios, ya sean oficinas, hoteles, restaurantes, escuelas, museos, bien por su exposición a distintos alérgenos presentes en dicho medio (irritantes volátiles, etc.) o a las condiciones microambientales del interior del edificio (condiciones adversas de humedad, temperatura, etc.)
2. Hay un segundo grupo de enfermedades específicas de diversos tipos, producidas por el edificio: enfermedades infecciosas (por transmisión de agentes infecciosos, ya sea a través de los sistemas de acondicionamiento de aire como de persona a persona), enfermedades virales (producidas por dispersión de antígenos del propio edificio, como en las neumonitis por hipersensibilidad, fiebre de los humidificadores, etc.); enfermedades tóxicas (producidas por difusión de irritantes o tóxicos volátiles presentes en el ambiente como CO, formaldehído, órgano fosforados, etc.). Estos contaminantes son despedidos por las pinturas de las paredes o del mobiliario, por los aparatos tecnológicos ubicados en el interior, por sistemas de refrigeración o de calor en mal estado, por determinados productos específicos (en el caso de fábricas que producen y/o utilizan determinados productos tóxicos)…
3. Finalmente está el “síndrome del edificio enfermo” al que se define como la situación en la que en un edificio determinado… más personas de lo normal manifiestan tener un conjunto de síntomas inespecíficos pero bien definidos, que desaparecen al abandonar el edificio. Incluye un grupo de síntomas de vías respiratorias, dermatológicos, oculares y sistémicos, que aparecen mientras se permanece en el interior de un edificio y mejoran tras alejarse de dicho ambiente. Desde 1970 se han descrito casos de trabajadores en un mismo edificio, escuelas, hospitales e incluso domicilios.


LOS CONTAMINANTES 
Se trata de contaminantes volátiles procedentes de materiales aislantes, mobiliario, complementos de oficina, productos de limpieza, maquinaria, etc. Los más habituales son: componentes orgánicos volátiles: formaldehído, disolventes, compuestos desprendidos de impresoras y fotocopiadoras, pinturas y barnices; polvo y fibras del ambiente interior: asbesto, fibra de vidrio, polvo de papel, papel autocalcable, descomposición de materiales de construcción, suciedad; bioaerosoles: bacterias, hongos, virus, ácaros, excrementos y pelos de animales; vapores de escape de vehículos y de la industria; contaminantes generados por la actividad humana: dióxido de carbono, humo del tabaco. Otros: deterioro por humedades, pesticidas, radón, materiales del edificio, productos de la combustión del carburante etc.

LA VENTILACIÓN 
Se precisa una buena ventilación para disminuir la concentración de contaminantes ambientales que potencialmente puedan producir síntomas. A menos ventilación mayor afectación clínica. Una proporción de ventilación mayor de 10 l/seg/persona parece disminuir la prevalencia de síndrome del edificio enfermo. En cuanto a los tipos de ventilación, la natural disminuye mucho la probabilidad de que se presenten síntomas, a pesar de que los rangos de humedad y temperatura no se encuentren entre los límites aconsejados. Cuanto más hermético es el edificio, más posibilidades de que se genere patología. Los factores físicos son, asimismo, importantes: temperatura mayor de 23º C, humedad inferior al 40% o superior al 60%, ruido, iluminación inadecuada, controles ambientales y de iluminación no ajustables por el usuario, aumentan la prevalencia de los síntomas. Los techos bajos inferiores a 2,4 metros, las áreas de archivo de documentación en papel y unos servicios de mantenimiento del edificio ineficaz y con mala comunicación con los usuarios… se han relacionado también con mayor prevalencia de síntomas.

EL TRABAJO Y SU ENTORNO 
Un estatus bajo a nivel laboral, un aumento del estrés y una escasa satisfacción laboral, favorecen la aparición del síndrome del edificio enfermo. El espacio disponible por el trabajador y la concentración de máquinas de oficina en áreas determinadas favorecen también la aparición de síntomas. Finalmente, el número de horas pasadas delante de los monitores de ordenador también se ha relacionado con aumento en los síntomas.

LOS SÍNTOMAS 
Los síntomas más comunes son: oculares (irritación, sequedad, picor de ojos); nasales y faríngeos (obstrucción nasal es el más frecuente, sequedad en la garganta, irritación y prurito); rinitis (con estornudos y rinorrea); respiratorios (tos, opresión torácica, disnea); neuropsicológicos (el más prevalente es la astenia); y otros menos frecuentes (cefalea, letargia, irritabilidad, dificultad de concentración, bajo rendimiento intelectual); cutáneos (sequedad, picores). Es característico el inicio de los síntomas a las pocas horas de entrar en el edificio, y la mejoría de todos los síntomas, excepto los cutáneos, a la hora de abandonarlo. Las alteraciones dermatológicas pueden tardar días en desaparecer. Estos síntomas no amenazan la vida del paciente pero conllevan bajas laborales y descenso de la productividad. Afectan con distinta intensidad a los distintos trabajadores, dependiendo de los microambientes donde estén ubicados y de la susceptibilidad de cada cual.

autosuficiencia.com / The Ecologist

LA LIPOATROFIAUNA PATOLOGÍA PROPIA DEL EDIFICIO ENFERMO
Una de las patologías que pueden ocasionar los edificios enfermos es la lipoatrofia, como se dio en 2008 entre varias funcionarias que prestaban sus servicios en la Agencia Tributaria del ayuntamiento de Madrid. Se trata de una dolencia que causan los edificios con exceso de electricidad estática y baja humedad. Esto hace que se elimine tejido adiposo y que se produzcan importantes deformaciones en los tejidos. La lipoatrofia se suele producir en edificios que son calificados como enfermos. No se trata de una "enfermedad mortal pero es estéticamente muy visible" y normalmente afecta a más mujeres que a hombres. Se desconocen las causas. También se dieron casos, por ejemplo, entre trabajadores de la central de “la Caixa” en Diagonal (BCN) y entre oficinistas de la Torre Agbar, la central del 061 en L’Hospitalet de Llobregat, entre los trabajadores de la central de Gas Natural en el barrio de la Barceloneta, en la sede la antigua central de Caprabo… Las características similares se repiten una y otra vez. La construcción moderna y determinados tipos de oficinas, con la acumulación de máquinas que ello conlleva, y la falta de ventilación, por ejemplo, fuerzan a nuestros organismos a una situación para la que no hemos sido diseñados. El resultado es la lipoatrofia.

Toni Cuesta / The Ecologist
Asociación Vida Sana

SEGÚN LA OMS
UN CANSANCIO TOTAL

El Síndrome del Edificio Enfermo (SEE) es el nombre que se da al conjunto de síntomas diversos que presentan predominantemente los individuos en estos edificios y que no van en general acompañados de ninguna lesión orgánica o signo físico, diagnosticándose, a menudo, por exclusión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) diferencia entre dos tipos distintos de edificio enfermo, el que presentan los edificios temporalmente enfermos, en el que se incluyen edificios nuevos o de reciente remodelación en los que los síntomas disminuyen y desaparecen con el tiempo, aproximadamente medio año, y el que presentan los edificios permanentemente enfermos cuando los síntomas persisten, a menudo durante años, a pesar de haberse tomado medidas para solucionar los problemas. Según la misma OMS, estos edificios tienen una serie de características comunes:
1. Casi siempre tienen un sistema de ventilación forzada que generalmente es común a todo el edificio o a amplios sectores y existe recirculación parcial del aire
2. Con frecuencia son de construcción ligera y poco costosa
3. Las superficies interiores están en gran parte recubiertas con material textil, incluyendo paredes, suelos y otros elementos de diseño interior, lo cual favorece una elevada relación entre superficie interior y volumen
4. Practican el ahorro energético y se mantienen relativamente calientes con un ambiente térmico homogéneo
5. Se caracterizan por ser edificios herméticos en los que las ventanas no pueden abrirse
6. Algunos edificios tienen localización de las tomas de renovación de aire en lugares inadecuados mientras que otros usan intercambiadores de calor que transfieren los contaminantes desde el aire de retorno al aire de suministro
7. El síntoma más común de este síndrome es el cansancio, que empieza a las pocas horas de iniciar a trabajar y desaparece a los pocos minutos de dejar el edificio. El dolor de cabeza es no migrañoso, generalizado y con pesantez. 

EL AMIANTO
EMBLEMA DEL PRODUCTO CANCERÍGENO

El amianto, o asbesto, es un grupo de minerales fibrosos compuestos de silicatos de cadena doble. Sus largas fibras, flexibles pero resistentes a las altas temperaturas, han sido usadas comúnmente en la fabricación de una variedad de materiales de construcción para el aislamiento y como un retardante del fuego. La Agencia de Medio Ambiente de Estados Unidos advierte que cuando los materiales que contienen asbesto son dañados o alterados por la actividad de reparación, remodelación o demolición, las fibras microscópicas son aerotransportadas y puede entrar en los pulmones, donde pueden causar importantes problemas de salud.Esos problemas de salud han llevado a la retirada del material de muchas construcciones. Uno de los principales efectos en la salud asociados con la exposición al asbesto es la asbestosis, una enfermedad grave, progresiva y a largo plazo, que se desarrolla en los pulmones. Irrita los tejidos pulmonares y provoca que éstos cicatricen. Además, el amianto ha sido clasificado como un carcinógeno humano por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer. Los estudios han demostrado que la exposición a éste puede aumentar el riesgo de cáncer de pulmón y mesotelioma.

 

jueves, 3 de enero de 2013

Casas turf en Islandia: Un modelo de sustentabilidad.



El diseño de viviendas ha volcado sus esfuerzos en la sustentabilidad. Las casas estilo turf llevan siendo construidas por más de mil años y ofrecen una alternativa orgánica para mejorar el rendimiento de nuestros hogares.
Por: Paulina Machado

Las casas de modelo turf llevan más de mil años siendo construidas en el mundo y su aparición se remonta a la Edad del Hierro. Se trata básicamente de construcciones hechas de madera que son recubiertas con tierra y pasto para ofrecer un mayor aislamiento térmico: durante el verano regulan la temperatura exterior y durante el invierno mantienen la interior.

Actualmente son asociadas a Islandia, porque este tipo de viviendas tienen una larga tradición escandinava que fue traspasada a los lugareños por los Vikingos y que se mantuvo en el tiempo. Las casas turf fueron proclamadas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO  y es tal la sustentabilidad que ofrecen que sirvieron de inspiración para diseñar las construcciones ecológicas del futuro.

Esta técnica es conocida como refugio terrestre, porque la tierra juego un rol esencial. Por tratarse de un elemento de alta densidad reduce la pérdida de calor y mantiene eficazmente la temperatura interior.  Más aún evita la filtración de aire a través de los espacios en puertas o ventanas y las vuelve impermeables y a prueba de sonido, lo que sería muy beneficioso en áreas urbanas.

Por la manera en que son construidas, las casas turf ofrecen protección a las inclemencias de la naturaleza. Al no tener bordes expuestos las protege de ser volcadas por el viento y además les entrega una mayor estabilidad, volviéndolas inmune a movimientos telúricos. Sumado a esto, la cobertura total de las viviendas las protege del fuego, reduce los niveles de CO2 y filtra la contaminación ambiental, mejorando la calidad del aire.

Los innumerables beneficios de las casas estilo turf, así como sus ventajas ecológicas y por sobre todo relativas a seguridad las vuelven un  modelo sustentable y al que hay que seguir el rastro.

Fuente: Turf house tradition (UNESCO)